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El Viejo

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   Clarito en el horizonte, voz ronca que sale de la radio, el acordeón de un buen tango, los animales que recién se despiertan y la luz mala que alguna que otra vez se ve, el primer mate que hace de acompañante, quema la lengua y acostumbra la garganta al calor, el vaporcito al suspirar.     La mesa es un mapa de migas del almuerzo y la cena, papeles de cuentas impagas, cartones de vino Concilio, bolsas de pan vacías. Algunas herramientas de mano que no encuentran su lugar y se sienten cómodas en el suelo junto a la cucha del perro que me regaló mi hija. Más que cucha es un pedazo de trapo hecha de una sábana vieja de mi padre ya fallecido.     El modular no es más que un rincón de los recuerdos. Algunas fotos viejas, muchas blanco y negro de personas que ya no están conmigo. Otros marcos solitarios en una esquina, excluidos del resto, casi marginados por no tener un rostro que mostrar. Entre ellos también se encuentran algunos fol...

Hoy sentí ganas de llorar

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Hoy sentí ganas de llorar. No supe porqué, solo quería llorar. Quería desahogarme de todo lo que tenía para desahogar pero no supe qué era. Quería llorar y llorar hasta el cansancio, hasta que mis ojos se sequen, hasta que mi cara quede empapada, que esas lágrimas recorran mis mejillas pasaran por las líneas de expresión de mi sonrisa, que poco la uso, hasta llegar a la pera. Todavía sigo preguntándome a quién o a qué llorarle como buscando una excusa para poder sentirme aún mejor a la hora de comenzar con el llanto, o quizá para buscar un chivo expiatorio para no hacer el ridículo en una habitación en la que sólo cabía mi alma. Quería llorar sin perder mi hombría, sabía que no era posible. Solo quería llorar y después me la arreglaría para buscar alguna razón. Al cabo de unos minutos descubrí que sentía una leve frustración y dolor. Con almenos una idea vaga de mis sentimientos seguí pensando mientras me aguantaba el llanto. Respire profundo. Llené mis pulmones hast...

Silencio

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     El sonido del silencio absoluto en medio de una oportunidad para la tranquilidad más profunda, el espacio excelente para que la mente domine al cuerpo y este último se deje llevar. Esa sensación inigualable de sentir que la voz de tu mente se alza hasta un punto tal que se podría imaginar que se está hablando en voz alta. Miles de pensamientos juntos, rápidos como si fuese que la mente trabajara a la velocidad de la luz o más, apreciando cada gota ínfima de sonido en todo su esplendor.    Nuestro mundo, en el que podemos hacer lo que queramos con nuestra mente y en donde esta cobra una fuerza que sin el silencio no nos daríamos cuenta que tiene.    Esta fuerza muchas veces se pone en nuestra contra ya que nuestros sentimientos más profundos y pensamientos ilógicos que alguna vez en nuestra vida ideamos, dominan la mente haciendo de las suyas renaciendo resquemores, dolores y recuerdos que la persona quisiera olvidar. Estos pensamientos se ...