Saquémonos las caretas

Cuando eras chico hacías muchas boludeces. Demasiadas. No te daba vergüenza hacerlas, te sentías bien, era tu manera de ser y no te dabas cuenta, o ni siquiera pensabas en lo que pensaba el resto. En realidad no existía el pensamiento del otro. No importaba si un adulto, niño, niña, perro, gato o pokemón pensara lo que pensara de vos; vos seguías pensando de la misma manera y haciendo las mismas cosas sea donde sea. Total, ¿Quién se iba a querer interponer entre vos y tus actitudes que no sean tus padres o señoritas? La inhibición no predominaba en ningún aspecto de la vida, al menos en ese momento. Nadie era capas de imponer su presencia para que uno se limitara a hablar de que Pablito te robó un ladrillito de rasti a otro compañerito, o que Valentina se hizo pis encima, o que Santi hizo un castillo re re re grande cuando fue a la playa con su hermano y sus papás el fin de semana. ¿Quién iba a pensar que algún día alguien , o quizá la vida, n...