Alguien que te eneseñe a amar


Foto Instagram: @javierphotogamma


   Me tuve que bancar mirar las tribunas, cómo cantaban enloquecidas, el relator y el comentarista que hacían de los ojos que los que no pagaban codificado y el marcador que mostraba como iba el resultado del partido; me tuve que bancar la cara de culo de mi vieja y a medida que iba creciendo también la de mi novia porque me quedaba encerrado mirando a "22 tipos corriendo atrás de una pelota"; me tuve que bancar escuchar la fritura de la radio que me dejaba doliendo la cabeza en el trayecto del viaje a Mar del Plata sólo para ver cuando agarraba señal y así poder escuchar un ratito del relator desaforado de tanto gritar por que ibas donde ibas la gente te seguía con una fiesta detrás; disfruté los bailes que ofrecías con Juan Román y compañía en la infancia, o los partidos de la Copa Libertadores o la Sudamericana sufridos no aptos para cardíacos ganando en el final; me la jugué cuando a pesar de que mi viejo no andaba bien de guita le pedí la de Palacio con el nuevo esponsor Megatone y el escudito en el medio que no dejaba de mirar en ese tiempo donde no sabía que cada estrellita que teníamos era una vuelta olímpica que pasó, cuando no comprendía que de tan ganadores que éramos teníamos que poner las estrellas de relleno porque era la única forma de lucir todas y cada una de ellas; me bancaría cientos de kilómetros en bondi, ponerme la gris con la banda azul de Palermo que todavía me queda gigante y que se me salió el 9, me gastaría lo que tenga que gastar, sólo para verte jugar; compraría todas las revistas de tu historia de nuevo, todas juntas; volvería a los picaditos de la plaza San Martín en mi infancia para gritar "la tiene Román" cuando dominara la pelota o "ataja Abbondanzieri" cuando intente volar como el "Pato" en sus épocas coperas; lloraría de nuevo por esa final perdida de la Libertadores 2013 con el Corinthians brasilero por 2 a 0, o la final Intercontinental contra el Milán de Italia en Japón 4 a 2, , y ni hablar de los dos goles de Palermo al Real  Madrid de Roberto Carlos y Figo; daría lo que fuera por ver en vivo esas tantas copas ganadas en la era brillante de Bianchi, ver la vuelta del Diego o el flequillo rubio del Titán marcando tendencia.

   Porque un empate es una derrota y una derrota es un desastre. Porque todos los periodistas hablan de vos, y a veces muy bien o en otras ocasiones muy mal. Siempre habrá algunos que dirán que tienen que echar a todos y empezar de cero, otros van a bancar a unos más que a otros. El 7 tendría que cambiar de posición, que el 5 tendría que ser otros, que el capitán tiene que ser el arquero, que el referente no se saca, que equipo que gana no a toca ¿o si?, que el pibe lo venden 5 o 7 millones, que habría que aguantarlo un poco más o que habría que buscar a tal o cual jugador, que falta un arquero, que falta un cambio de 9 o que el problema es el técnico, que la Copa, que el campeonato, que la clasificación a la Libertadores, que saca la calculadora o "el quedate tranqui que el promedio no nos agarra ni perdiendo hasta el 2020" o que Riquelme tiene que jugar hasta los 50 años.

   Pero más allá de todo lo que me banque; todo lo que llore; todo lo que grite; de lo que la gente diga o deje de decir; de los desastres, las victorias o las derrotas; le doy gracias a mi viejo ser hincha del mejor club de todos y enseñarme a amar al primer amor de mi vida, a Boca.

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