Teatro
Todos tenemos un documento de
identidad. Una especie de identificación para saber cómo nos llamamos, de donde
venimos, cuando inicio nuestra existencia. El DNI, como se hace llamar, nos
es muy útil para todo tipo de trámite o movimiento administrativo que hagamos.
En la parte económica es muy eficaz porque nos sirve de comprobante para marcar
lo que es nuestro, lo que nos pertenece.
El documento de identidad es
el elemento fundamental de nuestras vidas desde el día que nacemos hasta en el
que dejamos de existir. El único problema que tiene este objeto es que esta
incompleto. Es una especie de punto de partida para comenzar una historia nueva
en un mundo con miles de millones de ellas. Una suerte de primer párrafo o
presentación de nuestra cronología.
Nos asignan el personaje
principal y nos dan un nombre; nos establecen en el principio de la historia;
nos ubican en un lugar determinado y comienza el relato. En esta narración uno
mismo sortea obstáculos, vallas o el nombre que se le quiera poner. Algunos van
a ser de fáciles y otros no tanto. Muchos se van a poder evitar o saltear y
quizá muchos otros sean inevitables. No siempre vamos a poder resolverlos de la
mejor manera, está en cada persona y su propio ingenio para encontrar una
salida rápida o una rebuscada en el peor de los casos. Los errores siempre
existen y seguirán existiendo hasta el fin de nuestros tiempos. En ocasiones
nos vamos a encontrar inmersos en un mundo familiar y conocido en el cual vamos
a sentir que, aun si nos taparan los ojos, podremos encontrar una puerta por la
cual salir. En otros momentos nos vamos a sentir perdidos, parados en un lugar
desconocido, nuevo. Desconcertados se tratará de buscar el sitio más cómodo,
más ameno a nosotros. No siempre se va a encontrar, no siempre ese lugar en
realidad existe, pero la función debe continuar. La escenografía quizá no sea
la indicada o la más confortable del mundo pero siempre hay que tener en cuenta
que todo se puede modificar. Mover las piezas, los decorados y desplazar del
escenario a los personajes que no sean los indicados. Sí, también a los
personajes. Es que el abanico de actores es casi infinito y esta en cada uno
encontrar los correctos para seguir con la obra. No es fácil encontrar los
adecuados, y solo con un puñado de ellos te quedarás para acompañarte en tu
relato. Consiste en no dejar pasar las oportunidades y quedarse con los que se
piense que son los oportunos, pero nunca te juzgues si la elección no dio
frutos o si se perdió mucho tiempo de la función, recordá que siempre hay un
acto siguiente en el que todo puede pasar y que todo puede cambiar.
La decisión es pura y
exclusivamente del personaje principal acomodar todo en su lugar, ya que en fin
y al cabo es su historia. Nunca dejes que alguien más quiera tomar el espacio
protagónico en tu escenario, ese es solo tuyo. Muchos querrán hacerlo pero
tendrás que estar preparad@ para luchar con uñas y dientes y sólo dejarte
influir y acompañar por los que consideres necesario. Los compañer@s de vida
son pasajeros, queda en vos elegir quien te hace sentir acompañad@ y te hace
sentir bien, ya que en fin y al cabo estarán para vos siempre.
Además tampoco alcanza sólo
con nuestro nombre para saber quiénes somos o cómo somos. Nuestro nombre es
solo para identificarnos ante los demás ya que la identidad va más allá. La
personalidad es lo que nos da dicha identidad, lo que nos hace ser quienes
somos. En cada acto, cada función, cada escena nuestras actitudes toman un
papel importante, no solo para los demás sino también para uno mismo. Los
aciertos y errores, a medida que pasa el tiempo, son los que nos hace cambiar,
recapacitar o seguir, según sea el resultado. Todo ese manojo de emociones, experiencias
y sentimientos son los que nos hace ser y depende del protagónico buscarlas.
Muy probablemente estos acontecimientos no sean los esperados, lo que parecían
aciertos se convierten en errores; las sorpresas puede que no sean gratas, o
quizá sí, es cuestión del azar; pérdidas que parecen insignificantes se vuelven
dolorosas; presencias que no se hacían notar se transforman en imprescindibles;
costumbrismos que matan.
No dejes que tu obra sea una
romántica, hay más frustraciones que alegrías; no dejes que sea una ficción, ya
que son todos acontecimientos banales y falsos; no dejes que sea una tragedia,
vivirás depresiv@, no dejes que sea una comedia, siempre algún chiste puede
ofenderte.
Cada cosa que hacés hace a tu
vida, a tu historia, cada capítulo te deja aciertos y errores de los cuales
aprender, eso es lo que hace entretenido.
Solo quiero que recuerdes que
al final, cuando todo acabe, todos a los cuales les fuiste importante van a
estar ahí, de pie en frente de alguna butaca aplaudiéndote.
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